Alrededor de las 6:00 a.m.: Comienzo a sentir contracciones, sensación similar a un cólico muy fuerte. Me siento en cama esperando que sólo sea momentáneo. No lo es. Baño. Se rompe la fuente. Maleta. Hospital. En el cuarto tras la revisión del doctor: "Pensé que sólo te íbamos a revisar y mandar de nuevo a dormir, resulta que no, te quedas. Hoy nace Emilia". A partir de ese momento todos los músculos de mi cuerpo se comenzaron a tensar. Recuerdo estar acostada tratando de concentrarme en no sentir los dolores de las contracciones. Me resultó imposible.
Cerca de las 9:30 a.m.: Cambio de cuarto previo al quirófano, de nuevo el doctor: "Nuria, la niña no se encaja en el canal de parto, podemos esperar 12 horas a que nazca y te ponemos a ti bajo medicamento o te pasamos a quirófano a las 10:00" - Entro a quirófano, y denme drogas ¡ya!.
10:00 a.m.: Acostada en camilla dentro de quirófano viendo el techo blanco y escuchando a varias personas platicar, poniendo música, discutiendo el clima. Mis brazos no dejaban de temblar, la epídural ni siquiera la siento. Estoy mucho más nerviosa de lo que he estado en mi vida. Trato de hablar con el papá de Emilia y me doy cuenta que no soy la única a punto del colapso. Somos unos niños, yo 24, él 25, tratando de hacer el mejor papel posible para que todo suceda sin contratiempos. Siento cómo mueven todo mi cuerpo, comienzo a creer que la anestesia no hizo efecto del todo. Son sólo nervios.
10:18 a.m.: Siento una especie de vacío y un grito agudo, llanto de molestia. Emilia nace. 2830 gr, 49.5 cm 9-10 APGAR, 20 dedos, 1 cabeza, fuertes pulmones, 2 manos, 2 brazos, 2 pies, 1 corazón. Ella es como hasta hoy... perfecta. Sólo escucho sus gritos y su papá ya no está sentado a mi lado. Y así de pronto me la acercan, me la pegan al cachete y en ese momento sé que mi vida dejó de ser mía por siempre, ella lo sabe también, hasta ese momento deja de llorar para abrir muy grandes sus ojos turbios y sentir mi presencia. "Así que eras tu quién me pateaba eh". Fue todo, se la llevan. No la vuelvo a ver hasta alrededor de las 17:00 hrs. que me la llevan al cuarto, la cargo por primera vez y es oficial, estoy perdidamente enamorada.
Pánico absoluto fue un sentimiento que me embargó durante la primer semana de vida de Emilia, me era imposible bañarla, cambiarle el pañal, incluso cargarla. Era tan frágil, tan chiquita, tan liviana. Su padre me enseñó a tener confianza, a perderle el miedo. Toda mi vida le estaré agradecida por ello. Llegado el momento de encontrarnos completamente solas en la casa, nos perdimos el temor, nos empezamos a tener confianza y a tener una complicidad que sólo adoptas con aquellos que te conocen y te aman.
Han pasado 3 años, 7 meses desde ese día. No hay palabras que describan lo que significa para mi ser mamá. Ha sido la mejor y más enriquecedora experiencia que he tenido. No es sólo el hecho de crecer a su lado yo como persona, de verla a ella crecer y convertirse en el empuje que me hace despertar todos los días. Es algo mucho más fuerte, algo que jamás me creí capaz de sentir. No es exageración decir que un simple "buenos días mami" hacen que cada segundo de mi día valga la pena. Emilia es mi vida, ella es mi motivación, es mi alegría, es mi orgullo, es el sentido de mi latir.
No sé si estoy haciendo un buen o mal papel al educarla, al quizá muchas veces consentirla de más. Sólo sé que llegado el momento ella sabrá que hice mi mejor esfuerzo. Que llegó a revolucionar por completo mis días, que mi vida no es ni remotamente cercana a lo que siempre creí que iba a ser. Que cada esfuerzo y decisión que he tomado a partir de su llegada han sido enfocadas en nuestro bienestar. Trabajo, casa, familia, todo para mi tiene un significado y no importa qué tan difícil me haya resultado, siempre todo será por algo mejor para ella y para mi. Ella cambió mi forma de ver la vida, mi forma de reaccionar ante muchas situaciones. Ella me convirtió en una persona más fuerte, pero también más sensible. Más decidida pero también mucho más vulnerable. Más centrada pero con los pies en las nubes cuando se trata de su sonrisa. Más ecuánime y menos impulsiva.
En fin, hoy no concibo mi realidad sin su vocecita ronca, sin sus ojos inquisitivos, sin su dedito gordo del pie incrustándose en mi pierna, sin sus ataques de besos, sin su inteligencia, sin sus dramas, sin su sonrisa y su forma de decir "chocoprispis", sin sus retos, sin sus abrazos, sin sus caricias, sin su sensibilidad. Verla convertirse en una niña segura, fuerte, inteligente, empática, tierna, cariñosa, independiente hacen que mi percepción de todo lo que me rodea cambie.
Dicen que los hijos somos resultado de nuestros padres, se equivocan, yo me convertí en quien soy gracias a Emilia.
Feliz 10 de mayo en especial a la mujer que más admiro en el planeta, a mi mamá, mi modelo de vida y ejemplo de cómo ser una excelente madre. Gracias mami, por cada minuto de tu vida dedicado a mi y a mi hermana. Te amo con cada milímetro de mi ser y por siempre gracias por enseñarme a ser la mejor mamá que Emilia pueda tener.
Buenas y amorosas noches.
Nuria.