y junté el valor para navegar
todo el ancho mar
voy a pasar..."
A mis 28 años muchas cosas han cambiado, mi esencia sigue siendo la misma, sigo siendo la misma gordita sonriente que cuando tenia 4 años. La diferencia es que hoy sonrío no por reflejo ni por inocencia, lo hago por agradecimiento, satisfacción, por placer, porque ahora lo hago cuando realmente me nace y lo hago con el corazón.
Que si creo que he madurado de un año para acá, donde mis entradas no me dejarán mentir todo era ira y desolación, no lo creo. Mas bien sé que hoy la perspectiva es diferente. Evidentemente la tormenta dejó de golpear las ventanas y el ruido del viento, si es que llega a azotar, no me molesta más.
Todo este año he aprendido a explotar mis cualidades, he hecho esfuerzos descomunales por no perder el control, por ser prudente, por dar esfuerzos extra, por no castigarme por decisiones que he tomado, por ser empática con quien no quise serlo, por mantenerme lo más estable posible, por aprender a respetar a los demás, por enseñar a los demás a respetarme, por ser firme, por poner limites sin traicionar lo que yo considero importante, por escuchar consejos y llevarlos a cabo, por reconocer a las demás personas. En fin ha sido un año extremadamente interesante y de millones de aprendizajes.
Por ejemplo ayer me enfrenté a uno de mis más grandes temores. Una paloma de la muerte diría mi amiga Wendy, En cualquier otro momento de mi vida hubiera corrido por el policía de la caseta y le hubiera pedido auxilio, pero tras una hora de lanzarle cosas (incluida una toalla de manos que ahora vive en el techo de mis vecinos de planta baja junto a la sirena de Emilia), ocho mil porras de Panda después, que pasó desde el "hazle una de tus combinaciones" hasta "es un juego mental, no puede más que tu" y finalmente rociarla de protector de zapatos, salió por la ventana. El punto no es haberla derrotado, si no haber conseguido enfrentarla. Detenerme y saber que no hay más opciones, o lo hago o me metía a la cuna de Emilia a rezar porque saliera la desgraciada. Así ha sido mi año, saber que si no hago las cosas por mi, si no las enfrento, si no me levanto de la cama, si no cambio mi actitud nadie lo hará por mi, no importa cuanto se preocupen, cuanto me ayuden, cuanto me alienten, o cuanto estén al pendiente de mi. Yo soy la única con la capacidad de cambiar mi camino, o mínimo si no puedo cambiarlo por lo menos puedo irme cagando de risa mientras me ensucio en el intento.
A mis 28 años soy capaz de reconocer que he tenido avances monumentales como persona, como mamá. Emilia por ejemplo duerme ahora en su cuarto, en la escuela está inmejorablemente bien portada. Sigue siendo una niña tierna y cariñosa y cada vez me sorprende más su capacidad intelectual, a veces me encuentro tratándola como si fuera una adolescente cuando la verdad es que es una bebé, simplemente es extraño tratarla como bebé cuándo me pide pijamas (y la cito textual) de esqueletos de dinosaurios. No tiene ni los 4 años cumplidos y está aprendiendo a jugar ajedrez y gracias a su papá cree que los circles son super cool. No se preocupen, con el tiempo sabrá, gracias a su mamá, que ser salvajemente grupera y destruir las torres que le gusta armar también es digno de presumirse. No sé, ser mamá sigue siendo territorio desconocido, lo único que no pierde nitidez es que sin esa sonrisa y sin esos ojos mi vida no tendría sentido. Y que cada uno de los esfuerzos que hemos hecho su papá y yo aun en contra de nuestros propios impulsos han valido la pena. Emilia está perfecta y todo lo demás queda en segundo plano.
Así que tengo 28 años, y en mi vida no hay un orden definido o un programa de pasos, definitivamente no soy una persona de estructuras, me matan, pero soy capaz de cualquier cosa, desde enfrentar a un país extraño sin conocimiento de la lengua, pasando por ayudar a planear la boda más bonita en la que he estado, hacer planes con quien pensé ya no figuraba en su vida y quien algún día entenderá que siempre estoy descalza, ganar concursos de box, volver a unir lazos con mis amigos de toda la vida, entablar una amistad genuina con el papá de Emilia a pesar de cualquier probabilidad, disfrutar los domingos con mis papás, de ser honestamente feliz por ver a mi hermana feliz, afianzar mi amistad con quienes entienden cada uno de mis chistes sin explicación, de matar criaturas gigantes cubiertas de pelo y colmillos dispuestas a matarme. En fin, estoy consciente que mi capacidad radica en la seguridad que le inyecto a las decisiones que tomo.
Y sobre todo a mis 28 años soy feliz, tengo matices de locura como cualquiera, episodios de depresión y ataques de ira dignos de cualquier ser humano que se atreva a llamarse ser humano. Pero soy feliz, estoy en paz, me gusta quien soy, me gusta en lo que me he convertido y me gusta lo que veo en el espejo (a menos que sea un domingo que en realidad es sábado pero el día anterior fue viernes tratado como sábado). Como sea, hoy por fin me caigo bien.
Pues nada, acá sigo y cumpliendo promesa a María aquí seguiré.
Buenas tardes,
"...Cambio de rumbo
lejos de acá
fuera del mundo,
cerca del mar."
Tus palabras son un bálsamo para mi corazón... Al fin te das cuenta lo maravillosa y perfecta que eres... Si con todas tus imperfecciones. Felicidades!!!!! TE AMO
ResponderEliminar